Inició su carrera literaria con un libro de poesía, Los arrecifes de coral (1901), antes de trasladarse a Argentina, donde transcurrió el resto de su vida.
La Selva Misionera tuvo una relación directa con la vida del autor que vivió largos períodos de su existencia en Iviraromí, cerca de las ruinas jesuíticas. El saber sobre un territorio, saber por experiencia, de una zona de frontera a la que sus lectores de la ciudad no tenían acceso, fue en su tiempo una marca de estilo del escritor.
La Selva se convirtió en su mayor inspiración y su refugio para huir del pasado trágico que marcó su vida. El escritor, en su gran obra “Cuentos de la selva” mezcla, con extraña astucia, personajes humanos y animales que hablan, como en las fábulas clásicas, pero estableciendo una sutil frontera entre la vida natural y la civilización.
La Selva Misionera tuvo una relación directa con la vida del autor que vivió largos períodos de su existencia en Iviraromí, cerca de las ruinas jesuíticas. El saber sobre un territorio, saber por experiencia, de una zona de frontera a la que sus lectores de la ciudad no tenían acceso, fue en su tiempo una marca de estilo del escritor.
La Selva se convirtió en su mayor inspiración y su refugio para huir del pasado trágico que marcó su vida. El escritor, en su gran obra “Cuentos de la selva” mezcla, con extraña astucia, personajes humanos y animales que hablan, como en las fábulas clásicas, pero estableciendo una sutil frontera entre la vida natural y la civilización.
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